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Caminando estoy en tus calles estrechas,
caminando distraído, ardiendo, oscuro, extasiado.
El viento acerca nuestros pensamientos,
peina tus cabellos al nacer el nuevo día.
Uno, dos, tres extensos; diez minutos encadenando mis ansias.
No existe noche oscura en el mar de Pimentel.
No existe distancia corta – en
estas calles estrechas. Palabras, música. Pasos, recuerdos.
Volvamos al hogar de la Concordia.
A recorrer el silencio del pasillo.
Adubel me espera como otros días entre las escaleras,
con la serenidad con la paciencia que cocina los fideos.
E leído,
la prosa hermosa de Gide, de su pequeña Alissa;
junto a ellos voy soñando. Soñando en el campo antiquísimo,
soñando en Santa Cruz, en el empedrado que delimita tu casa paterna.
¡Regrésame pronto a mi hogar!, la paz de sus ojos grandes,
piel blanca.