viernes, 5 de noviembre de 2010

[El día en que transformé a mi hermana] // RETRATO FAMILIAR



Apareciste por las tardes de julio.
Engañada / burlada / reconocida.


Buscaste.
Encontraste la sombra residual de mis amores
de las noches candentes entre sangre, entre raza, entre familia.

Fuiste conciente de nuestra ubicación,
de las mañanas deportivas
esas interminables correrías y
-aquellos besos compinches de enojo y sabor a hierba-
la inusual embestida, mi camiseta adornada de residuos vegetales.
Aún retumban los gemidos del parque al frente del bodegón.


-“Ponte bien los zapatos”-
Nunca supiste entender.
Fuiste loba en celo, que inexpertamente intenté aplacar.
Confinados a nuestros lechos.
Compartimos el fragor de la batalla solitaria
al golpe vagabundo de nuestros sueños sediciosos.
El pago indiscutible por el descuido
la cancelación de nuestras noches, inevitablemente oscuras.


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