lunes, 15 de noviembre de 2010

[La muerte del Conquistador] / RETRATO FAMILIAR


Mirábamos la calle coloreada,
forzando al minutero, engañando a tu madre.
El juego, las balas, el mando cambiándonos de roles de condición.

Niños jugando a ser soldados. Caías, revolcabas tu suerte en el pasillo
Enlazaba mi brazo a tu cuello vencido.
Moría la tarde, con el sonido de un motor que se apaga.
Lanzando los controles, volando sobre las escaleras;
gritando mi padre en la mesa.
Un cuaderno tembloroso,
trazando líneas o formando círculos,
coloreando héroes.

Volaste lejos, justo cuando el sol apuntaba nuestro pasillo,
maderos cargados y regados por el campo de batalla
el minutero en su lugar.
No estalló ninguna bomba ni mi casco rodó entre tus piernas.
No orinaste más tu pantalón de lana. No vi tus ojos partidos seguir viviendo.

Eras quien coloreaba las calles.
Una bola de fuego te llevó a ese tubo degradante.
Te lloré primo mío, porque fuiste
como los héroes que coloreábamos. Porque pintabas las calles de respeto,
de verde bosque.

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