viernes, 6 de noviembre de 2009

martes, 3 de noviembre de 2009

Ya que no puedo decirtelo al oído

[No llores más, Mamaé]


Parálisis: Sin oposición.
Has regresado sobre tus pasos.
Con tan do
Del silencio en el balcón, en Tacna, en Arica, en Lima.

Mis estudios sobre antigüedades
en la casona, en el cuarto de huéspedes que solías brindarme,
terminaron. Ayer noche,
vimos recorrer el cielo en Tacna.
Mañana más tarde, volaremos al centro de este país,
caminaremos lo necesario para platicar.

Mamaé. O quizá deba llamarte Belzabet.
El Sábado pierde en esta tarde mañana día su ramo de Acho,
su ramo de Acho…
No negarás un camino más incierto,
No concebirás la huída más ruin. Esas nue-
vas formas de control.

Ya bajaste.
El camino se distanció aún más por tu negada memoria.
No logras recordar (los cincos de cada febrero)
- Distanciando -
Ayer bajaste con el taco negro de la bota,
Mamaé. O quizá deba llamarte Lisset.
El Independencia ha ganado esta tarde mañana día aquellos ojos submarinos,
aquellos ojos submarinos…
Verás el mismo camino,
seguirás tus clases de ingles. Viejas for-
mas de control, de consumo, de ciudadano.

Oh! Centenaria Mamaé
en que rincón escondido dejaste pasar los años
vuélvete ilusa virginal
permíteme recordar tu cuerpo inclinado
entre tus piernas soñando.

El taco negro de la bota tritura el suelo,
lo dominas. Concederás
el nuevo paso. Encerrarás de excusas mi cielo. Pesada,
atrapada. Cuándo aprendiste a fingir.

Verás el mismo camino,
y las clases de ingles. Ramo de Acho
surges en la noche de los espantos, entre los aullidos de
un parlante, en medio del baile – como siempre.
Sí Mamaé. O quizá deba llamarte Belzabet. Tu metro sesenta,
Tu 1 2 3 pasos de esquina a esquina. Y aquellas vueltas de madrugada.
Luego vendrán mis interminables llamadas. Cómo es Mamaé, que
olvidas el año, que ayer apagaste el teléfono. Qué dices con
ese silencio. No te gusta mi traje, el sonido de mi verbo.
Belzabet. O quizá deba llamarte Lisset.

Cuál es el sentido correcto.
No eres tú la flor de Acho, o confundes tus pasos en
las veredas de Surco.
- Distancia -
Dos pasos hacia delante. Bajaste y caminaste.
Volteo la cara, en dirección de hola y adiós; veamos lo ofrecido
en este cartel.

lunes, 5 de octubre de 2009

[Esperando]


Esperando. Aún en las noches más sucias intento escuchar ese taco triturando las imperfecciones del asfalto, su paso indiferente, aquella minúscula distancia entre tu nombre y mi labio, entre tu sexo y mi boca, que alguna vez describí. La luz al final del túnel, aquella combinación exacta entre ternura y desesperación. Y tú, tiritando estás en alguna vereda o refunfuñando por el frío creciente al amparo de tu sola chompa escotada; caminando cabeza gacha, asomando los ojos submarinos que zigzaguean al paso marcial de tu taco nueve. O ya descubriste el letrero luminoso al final del túnel; pequeña niña de ojos submarinos, cabeza gacha y paso lerdo, ¿por dónde andarás?

El movimiento ha cambiado en estas calles surcanas en las cuales te desplazas diariamente. he sentido como un golpe, la ausencia de la esquina silenciosa, donde infinidad de momentos pasé sin testigos ni irritantes preguntones; a la espera, siempre eterna del sonido triturador, de la blusa oscura, el pantalón entallado, también oscuro; y quizá después, nuestra interminable caminata por La Colmena, mientras el frío rodeaba los oídos descubiertos, estrellándose en forma convulsiva los dientes y afianzando el cuerpo del uno sobre el otro. Platicábamos sobre materias inusuales, de fiestas y otras sustancias. Siempre el vulgo será digno de nuestra risa, nadie sobra en nuestra forma de arrancar sonrisas. Así; bajo esos supuestos, recorríamos calles estrechas, la simpleza de las formas, lo rústico de su función. Entre tanto, la mirada siempre fija, contempladora de tu rostro claro de luna, distinguiendo pupilas – tu sendero luminoso- al goce sin medida. El brazo perezoso, buscaba incansable la cintura, el descuido, los frutos de tu vientre maduro; mi tacto al corazón irritante, la fiesta cervantina recorriendo el espacio con ondas sonoras, con grafías sonoras, con desasosiego.

[El día en que transformé a mi hermana]




Como en aquel entonces caminábamos de la mano, mimaste mis preguntas
confundiste los reclamos. Hermana que apareciste por las tardes de julio.
Engañada / burlada / no reconocida.
Quizá sea la hora de renovar nuestro aliento.


Así buscaste entre mis pertenencias, el lazo perfecto para tu chantaje.
Amaste esas descarnadas historietas
de sábanas manchadas con pobre inocencia.
Encontraste la sombra residual de mis amores
de las noches candentes entre sangre, entre raza, entre familia.

Fuiste conciente de nuestra ubicación, de las mañanas deportivas
de esas interminables correrías y
-aquellos besos compinches de enojo y sabor a hierba-
la inusual embestida, mi camiseta adornada de residuos vegetales.
Aún retumban los gemidos del parque al frente del bodegón.


-“Ponte bien los zapatos”- Escuchando los ruidos del cuarto de mis padres.
Nunca supiste entender; el amor era un juego de dos. Donde
no estaba dispuesto a perder.
Fuiste loba en celo, que inexpertamente intenté
aplacar.
Ahora
confinados a nuestros lechos. Compartimos
el fragor de la batalla solitaria
al golpe vagabundo de los sueños húmedos.
El pago indiscutible por el descuido y
la cancelación de nuestras noches inevitablemente oscuras.

[No llores más, Mamaé]

Parálisis: Sin oposición.
Haz regresado sobre tus pasos.
Con tan do
Del silencio en el balcón, en Tacna, en Arica, en Lima.

Mis estudios sobre antigüedades
en la casona, en el cuarto de huéspedes que solías brindarme,
terminaron. Ayer noche,
vimos recorrer el cielo en Tacna.
Mañana más tarde, volaremos al centro de este país,
caminaremos lo necesario para platicar.

Mamaé. O quizá deba llamarte Belzabet.
El Sábado pierde en esta tarde mañana día su ramo de Acho,
su ramo de Acho…
No negarás un camino más incierto,
No concebirás la huída más ruin. Esas nue-
vas formas de control.

Ya bajaste.
El camino se distanció aún más por tu negada memoria.
No logras recordar (los cincos de cada febrero)
- Distanciando -
Ayer bajaste con el taco negro de la bota,
Mamaé. O quizá deba llamarte Lisset.
El Independencia ha ganado esta tarde mañana día aquellos ojos submarinos,
aquellos ojos submarinos…
Verás el mismo camino,
seguirás tus clases de ingles. Viejas for-
mas de control, de consumo, de ciudadano.

Oh! Centenaria Mamaé
en que rincón escondido dejaste pasar los años
vuélvete ilusa virginal
permíteme recordar tu cuerpo inclinado
entre tus piernas soñando.

El taco negro de la bota tritura el suelo,
lo dominas. Concederás
el nuevo paso. Encerrarás de excusas mi cielo. Pesada,
atrapada. Cuándo aprendiste a fingir.

Verás el mismo camino,
y las clases de ingles. Ramo de Acho
surges en la noche de los espantos, entre los aullidos de
un parlante, en medio del baile – como siempre.
Sí Mamaé. O quizá deba llamarte Belzabet. Tu metro sesenta,
Tu 1 2 3 pasos de esquina a esquina. Y aquellas vueltas de madrugada.
Luego vendrán mis interminables llamadas. Cómo es Mamaé, que
olvidas el año, que ayer apagaste el teléfono. Qué dices con
ese silencio. No te gusta mi traje, el sonido de mi verbo.
Belzabet. O quizá deba llamarte Lisset.

Cuál es el sentido correcto.
No eres tú la flor de Acho, o confundes tus pasos en
las veredas de Surco.
- Distancia -
Dos pasos hacia delante. Bajaste y caminaste.
Volteo la cara, en dirección de hola y adiós; veamos lo ofrecido
en este cartel.

miércoles, 29 de julio de 2009

martes, 28 de julio de 2009

Escrito...


Una carta o mensaje cualquiera tiene la rara costumbre de llegar a su destino. Oh por lo menos eso es lo que me han contado. En esencia la función comunicativa de este texto, sólo es eso, un intento de comunicar. No se esconde en sus líneas un afán mayor a éste. Pero suelen decir los entendidos, que todo acto de comunicar posee una intensión, un mensaje subliminal que desea condicionar a su lector para ejercer en éste algún tipo de influencia. No soy quien rompa esta regla, considero correcta aquella afirmación y, según yo, la intensión de esta carta, mensaje, texto, conjunto de líneas o amontonamiento de de absurdas grafías es realizar el circuito comunicativo. Pues éste, no sólo encierra la gloriosa idea de intercambiar conceptos entre ambos polos del sistema; por el contrario, la realización de un nuevo acto comunicativo, le recuerda al polo opuesto de su existencia en el espacio y tiempo real que comparten. Pues el reloj interno se detiene cuando estos fogonazos cesan, dotándonos de una densa neblina correspondiendo con el momento burdo y falaz. En conclusión, este polo se mantuvo en forma de receptor, a la espera de comenzar a descodificar signos del otro lado del sistema. Sin embargo, la ausencia de estos y el aporte de Chomsky con su lingüística generativa, lograron hacerme entender que se podía mudar de receptor a emisor. Tomando esa idea como una gran premisa, comenzamos a fabricar un hola que incite el intercambio de argumentos. Como ya estábamos cansados de disculpas y lamentos; buscaba ansiosamente una ruta o apertura comunicativa (no económica, como la que se dio en Europa en los siglos XV y XVI con la búsqueda de nuevos mercados); ya para estos dilemas Saussure, Chomsky o cualquier otro lingüista (hasta el mismo Manuel Flores, mi ex profesor de Fonética) serían como ceros a la izquierda en esta odisea de la palabra.

En este razonar, en la odisea particular de palpar la meta. Escuchaba un retumbar de versos; Verástegui me indicaba: La realidad proviene del roce entre la luz contra / los sueños pero aún así, / a pesar de todo estoy deseándote desnuda / como una Venus de bronce que en nada se distinguía / de la exacta belleza de tus senos. Pero a pesar de las palabras de este poeta, yo sentía que el camino se marcaba en el molde de lo impersonal. Del mismo hecho de comunicar, de acercar, de volar kilómetros y sentir la voz mental. No eras pues una Venus de bronce sino la majestad de Hera. Diferencias entre ellas, no encuentro otra que no sea mi atracción por la segunda. Con ello, nacerá la pregunta ¿por qué Hera? Yo no hubiera imaginado una respuesta, hasta los días del “Fedro”, cuando en una necesidad de destacar como filósofo (o estudiante de Filosofía) entregué mi atención a este libro, en el cual Platón escribe: Así, pues, cada uno escoge su amor entre los bellos mancebos de acuerdo con su modo de ser, y como si éste fuera una divinidad se forja de él, por decirlo así, una imagen que adorna, dispuesto a rendirle honores y culto divinos. Por consiguiente no podrías ser una Venus de bronces sino la Hera del olimpo. En lo demás, Verástegui acierta con una muy buena imitación de la belleza.

Si mi búsqueda se encuentra en lo impersonal, es preciso que exija a mi alma contemplar el bien en sí, de esa belleza pura que habla Diotima en el Banquete platónico. Entonces comencé el trabajo. El divagar por mi mente, el intentar llegar a la contemplación de lo inteligible, el poseer el primer motor de todo – la fuerza de Eros – sentir la necesidad del alma de acercarse a lo puro, de contemplar la divinidad en tu rostro. De esta forma desarrollar mis alas y alejarme de todo lo sensible, material, de este mundo dominado por billeteras gordas y plateadas o doradas tarjetas.

No quiero pues a Lima la horrible, no deseo pensar en la realidad, de sus definiciones y límites. Que Salazar Bondy se coma sus palabras, su mundo infausto, su envidiable mente divina. Que nadie vuelva a escribir: Y la masa popular transcurre, debido a ello, sin grandes pasiones (o, en todo caso, ocultándose o sublimizándolas), vertida con sus dolores y sus frustráneas ambiciones en sí misma, con sus tibios oídos y blandos amores que nunca detonan colectivamente, sino que se resuelven como locura, suicidio o venganza personal. Sino una apertura de la vista, de observar por encima de la materia, del cuerpo que se corroe, de las ropas que avejentan sus colores. Es preciso contemplar la belleza del alma, su brillo y color; el conocimiento que la envuelve cautivantemente. Cuando alguien asciende a partir de las cosas de este mundo mediante el recto amor de los jóvenes y empieza a divisar aquella belleza, puede decirse que toca casi el fin (Banquete – Platón). Eh ahí mi camino, en lo inteligible que es el alma, en lo divino de su naturaleza. En mis poemas no he sufrido /… / He sufrido cuando no tengo lo que soñé, lo que quise ser.

viernes, 20 de febrero de 2009

Sinceramente

No volvamos atrás. Pensemos siempre en el poder de nuestras palabras. Con gente nueva, con gente perfecta. Somos los menos, que en una noche no dudarán en colmar las esquinas de sangre brutalmente extraída. Elevemos estos malditos brazos, necesitamos gente nueva, gente perfecta.

Respuesta Atrasada

Al amigo R.B.
Sábado, 12 de agosto del 2006. No recuerdo con exactitud fotográfica que aconteció ese día o el anterior. Ingenuamente estoy releyendo antiguos mensajes en mi computador; sintiendo un lejano brillo por el pasado enmohecido. Con nuevos proyectos, ideas, versos y experiencias; eh retomado la lectura en este plateado computador, de los mensajes opacados por la carga semántica que se deslizan entre sus símbolos. Son los recuerdos gratos manchados por el ímpetu del escribidor. Resumiendo, fue el discurso del adiós.

No respondí aquel mensaje. No hubo palabras en ese tiempo. No sentí la necesidad de escribir más líneas de aprecio, de confianza, de amor. Años después, sentado frente al mismo computador. Compruebo la ausencia corrupta de la ínfima molestia. De aquel detalle que se escapa al lector pasivo, eh percibido la queja estruendosa de la impotencia de mi incomprensión.

Sábado, 12 de agosto del 2006. Eran noches de cálida luna, donde aún sus efectos apaciguaban los deseos. Los jóvenes de espíritu sentían el alma correr más presto a la agonía. Sentirme en un lugar indiferente, buscaba con delirio los estragos corpóreos, el sexo a escondidas.

Sábado, 12 de agosto del 2006. Aún se caminaba por las plazuelas del centro, calmando el ardor de las tintas que no lograron ser. En esa fecha tan distante, mi memoria busca el recoveco de tus besos, el oído, las manos…

No respondí aquel mensaje. No hubo tiempo en esas palabras. No necesidad sentida al escribir líneas de aprecio, confianza de… amor de… Son sencillos detalles que escapan al lector pasivo. Ojos acuciosos, eh desnudado tu reproche en esta mi enésima lectura. Reconozco la riña sutil, el infarto del amor. Galopante, mortífero, aniquilador.

Fecha actual (no el recuerdo). Llega esta respuesta pensativa. Mucha suerte tiene el escribidor. Aún en falta siento el calor de tus ojos… rasgados.

Clase de Literatura


I. Capturando la atención


Somos dos en una sala.

Sentados,
formando una “L” en distancia comenzamos a
desenvolver […] Pronto empezaré con la teoría y
aquella sucesión de autores, obras u otros detalles (curiosos)
que pareces odiar,
pero prometo que antes de terminar:
“cantaré unos versitos de tu gusto, para que el gallo no se
canse.”
Cuál querrías escuchar, gallo enamorado,
son varios los segundos que estamos perdiendo. Ellos
volverán. Y por esa puerta de lata:
“tendrás que ayudarme a salir”
Comencemos con lo elemental:

Literatura. Teoría Literaria. Géneros y Funciones de la Literatura. Figuras literarias importantes. Literatura Griega. Épica. Los poemas Homéricos: Ilíada y Odisea.

Milagrosamente no te has desmallado. Fueron ráfagas que
golpearon inmisericordes ese fugaz cerebro tuyo. Lacerado, maltrecho
extenderás tus manitas a mi boca
esos ojos mensajeando piedad. No desesperes,
tú sólo escribe:

“8:00 a.m.
Aún espero;
(caminante, destructora de recuerdos)
el taco de tu bota,
los oJos Submarinos;
son distancia,
simplemente distancia…”

volverá hermano mío…


II. Conciente de su deseo

Somos dos en una sala, rodeando una mesa llena de hojas sueltas.

Nunca imaginé que crecerías tan pronto. Ayer
riéndome de tus palabras mochas, de tu “chimonada”
ja – ja – ja
buscas tan presto versos hermosos dentro
de ese volumen rojo.
Te has deborado los quince y los veinte de Neruda,
pequeño bribón. Escucha y muñequea [ellos volverán]
el objetivo debe de ser fijo e inmovible.
“sé que me has entendido Popeye”


III. El escape

Uno en la sala espiando. El segundo abriendo la puerta de lata. La mesa [pequeña, rectángula, de madera] sola sin papeles.

Ellos regresaron. Siguen saliendo todos los domingos. Ahora
espero que encadenes bien esa puerta, ellos han regresado y
tú sabes los problemas que tendrías.
No rompas hermano,
confía en nuestra pequeña suerte, pues para todo
se muestra una sonrisa
“ella volverá, hermano mío”

miércoles, 7 de enero de 2009

Recogiendo a mi hermano

I. Encontrando un motivo

Al medio día las calles hierven por este sol de enero
como si nuestro pequeño astro, permaneciera
observador y fijo
en tierras de Santa Luzmila. Quemando
como un trago de ajenjo
ingresando en estómagos tiernos. Las ramas,
fijas en el tronco de los árboles, no
respiran gases de botellas destapadas. Son ramas, y
en su conjunto, árboles fijos urgiendo por una corteza liberadora de
rayos ultravioleta. Yo
buscando un gorro que cuide mi cabeza. Pienso
dos o tres veces mirando la puerta. No deseo
penetrar en el caldero de esquinas. Pero mi hermano,
que juega ávidamente a la pelota,
es reclamado en casa.


II. Jirón La Mar

El caldero se vierte encima mío. Aguas
amarillas carbonizan la piel. Y
son las calles largas, las casas de un piso, poca
sombra para refugio. El cuerpo aumen-
ta su temperatura.
Sudor gotea en la frente, axilas y
entrepierna. Disimulado te limpias, avanzas cada vez
más r á p i d o.
Llegando a la esquina, límite entre
La Mar y Miller, en un rectángulo mental. ¡gool! A dos
piedras grises.


III. El Retorno

Lanzo un caluroso grito. Con sudor y jadeos te
acercas. Tu brazo enlaza mi cintura, el
mío cogotea tu cuello.
Hablas tan presto como tus piernas
buscan la pelota.
Camina breve hermano; el calor no lo aguanto, ya
mamá tiene la mesa servida.