domingo, 17 de agosto de 2008

Sin Importancia

Don Huesos,
sale con pobre madero
a los hombres, a las penas, al mandato
caminando rosas (arbitrario) espinadas por el sendero,
por el sendero,
caminando rosas (arbitrario)
triste él y su madero;
nadie lo compadece
no acuden a sus disculpas
Don Huesos – triste olvidado o convenido olvidadizo-
¡¡¡Feliz Día del Muerto!!!
vamos todos a la ruta del cementerio
a recordar, a llorar, a fingir nuestro amor
por ti –supuesto héroe inocente-
complemento del Dios mayor,
de la ley/
da lei durmiente triste usurpado

Instante sem letras amontonadas,
só escuto em silêncio
o corpo da dama
cabelo negro.

Dom Ossos!!!
vou estar compadeciendote,
já que
estas sozinho
e
proibiram-nos falar-te, olhar-te
e
último até chorar-te.

Estaré en tus funerales, la última morada, el fin del camino. Entendiste
“Nano”, en la última morada
acompañando, elevándote a los cielos. Creyendo en ti –olvidadizo reprimido-

1 comentario:

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Las partes que traté de entender de vuestro poemoide -me refiero a las que estaban escritas en el natural español- me recordaron una vieja canción del viejo Silvio. Aquí te la comparto...


Y TANTOS HUESOS CHOCARÁN:

Veré los gallos esconderse,
las palabras reducirse,
las miradas apagarse,
Todo eso.

Veré una piedra humedecerse,
las cenizas calentarse,
los silencios acusarse.
Todo eso y aun más.

Cuando se llegue al tiempo de la vida
y haya un segundo para detenerse
y nos sentemos con igual frescura
que las piedras de un arroyo viejo.

Cuando juzguemos hazaña por hazaña,
sin otros vicios que no sea lo cierto,
ya la guitarra será blanca y negra
llena de humo en el extremo firme.

Y tantos huesos chocarán, rugiendo,
desmembrando el alma
para siempre.

Veré los mitos desnudarse
con su banda descompuesta
por un golpe de cabeza.
Todo eso.

Veré los pájaros alzarse
en vuelo raso sobre el polvo
descargando sus gargantas.
Todo eso y mucho más.

Cuando las voces del clamor guardado
sean el ruido natural del mundo.
Cuando se junte el pie con la cabeza
pese a la biología persistente.

Y cada casa sea un cayo verde,
como una torre para todo el mundo.
Y en mí repose una cabeza hermosa,
larga y redonda como un buen océano.

Y tantos huesos chocarán, rugiendo,
desmembrando el alma
para siempre.